De la mano del concepto de industria(s) cultural(es) nos detuvimos en el binomio «Arte-técnica». La propuesta ahora será pensar el arte en su vínculo con el territorio. Las raíces no como obstáculo sino como potencia, impulso para el salto y la creación.
En tiempos globalizados… ¿Qué es ser creativo? ¿el arte puede ser/es copia? ¿cómo se vincula el arte con la identidad?
Les propongo ver/escuchar un momento de una entrevista al artista plástico Daniel Santoro. La entrevista completa la pueden encontrar en Youtube, la selección que realicé para esta clase la encuentran en formato mp3 y mp4 en la carpeta del drive que compartimos:
https://drive.google.com/drive/folders/15ih06-CQVRXzaa5ij0EhS2F0U_GGcVT0?usp=sharing
Les comparto también una selección de una entrevista a Arturo Jauretche en el año 1973. La idea es que puedan luego contestar algunas preguntas.
Fragmentos de “Civilización o barbarie” (entrevista a Arturo Jauretche) Fuente: Revista Crisis (1973)
(…) Encontré pronto que la base del predominio del pensamiento liberal era la consolidación de un establishment cultural, para el que sólo fueran válidos los hechos coincidentes con determinada política. Esto, como es lógico, sólo avalaba la política liberal iniciada después de Caseros. El punto de partida de esta estafa se encuentra en una fórmula, consubstanciada con la historia tradicional, que presenta a la historia argentina como una alternativa agónica entre civilización y barbarie. Y dentro de esa fórmula, la implicancia obligada de considerar barbarie todo lo propio, y civilización todo lo importado. Ese es el concepto que guio a las generaciones que construyeron el país después de 1853.
Nuestros imitadores institucionales de los EE.UU. no vieron, en ese momento, que tanto en los Estados Unidos como en Alemania se aplicaban entonces ideas liberales con sentido nacional, no pudieron ver que la marcha hacia el Oeste y la producción industrial eran el ingrediente nacional de ese proceso liberal. No podían percibir que en los EE. UU., al ganar el Norte al Sur, se derrotaba la tesis de la división internacional del trabajo. Y no podían ver eso porque nuestros pensadores liberales, partían del supuesto, sin duda falso, de la historia como una oposición entre civilización y barbarie.
Las sociedades pueden ser contemporáneas y no ser coetáneas, es decir, vivir al mismo tiempo distintos momentos históricos. Esa falta de coetaneidad hace que unas sean más débiles que otras y, en este caso, que las penetren las poderosas para subordinarlas a su poder. Esto lo ejemplifica con toda claridad la historia contemporánea de los países del tercer mundo, los que no tuvieron conciencia de que si no se defendían de la penetración exterior, iban a quedar subordinados como países dependientes, sin salir del subdesarrollo y el coloniaje. (…)
Entrevistador -¿Se da lo mismo en la cultura? ¿También cabe la posibilidad de incorporar una cultura o de ser incorporado a otra?
– Ahí está la cuestión. Si partimos de que el desarrollo, la prosperidad y el progreso sólo pueden lograrse en un proceso de oposición a lo que se es porque se es la barbarie, no se puede defender esa realidad, que llaman barbarie, porque el asunto ha perdido perfil nacional para convertirse en una abstracción.
Son estos ciegos los que le reprochan al gaucho su barbarie porque vive en un rancho de barro con techo de paja y sin puerta, en lugar de vivir como un montañés alpino en casa de techo de pizarra, con estufa de piedra y postigos de madera. De un “modo civilizado”. Pero si yo pusiera a un suizo, contemporáneo del gaucho y todo lo rubio que usted quiera, en medio de la pampa, ese suizo viviría en rancho de paja o perecería. Porque para sobrevivir, tendría que adaptarse a las condiciones del medio y en la pampa no había madera para cercos ni piedras para alhajar estufas. Es decir, ese modo de vida, que llamaban barbarie, era la forma de la cultura que el hombre de estas tierras había creado dentro de las posibilidades del medio.
Toda cultura, en realidad, no es otra cosa que la victoria del hombre sobre el medio y esta victoria no se logra contra el medio sino en él, adaptándolo y superándolo.
Cuando se partía de la premisa de que había que desechar todo lo propio, se quería proceder no por elaboración sino por trasplante. Y civilización o barbarie –esta antinomia que ha sido el fundamento de nuestra actitud cultural- es el principio de la estafa.
Suponiendo que admitiéramos la posibilidad de realizar el pase de la barbarie a la civilización, hay que cuidar, fundamentalmente: quién, para qué y con quién se da este paso. No funciona la proposición de incorporarnos a la cultura, lo que debemos hacer, lo que queremos hacer, es incorporar la cultura a nosotros.
E -Esto exige lealtad y respeto al “nosotros” previo.
–Tiene que haber, como que hay, un “nosotros” previo, una fe en nosotros y un claro pensamiento en nosotros como fin. Como destino. No asumirnos como una abstracción, enriquecer y respetar esto que somos. Pero serlo.
(…)
Es fundamental, para comprender el proceso, saber si tenemos que incorporarnos o incorporar. Hace poco, en una mesa redonda en la ciudad de Paraná yo hice una alusión a las dos caras de la escuela normal, aquella que divulgó el alfabeto, y la otra que utilizó el alfabeto como un medio para desnacionalizarnos, es decir, para divulgar la idea de que teníamos que vencer contra la barbarie, en todo caso. Este comentario provocó la objeción de un profesor presente, quien dijo que eso se justificaba porque había llegado el momento de incorporarnos a la civilización. Ahí está toda la clave del problema: ¿nos incorporamos a la civilización o la civilización se incorpora a nosotros? ¿Nos asimilan o los asimilamos? ¿Utilizamos los elementos de la civilización para facilitar un desarrollo propio o, simplemente, nos incorporamos sometidos a un pensamiento, una política y una formación, como colonia para ser utilizada? (…)
Se aceptaba como una incapacidad congénita el ascenso por la propia capacitación. La idea básica implícita en civilización y barbarie es la de realizar el país prescindiendo de todo lo que tenía de americano. La inmigración se hace sobre este supuesto, se trata de cambiar la población originaria, indígena, mestiza, española, católica, con todos sus elementos característicos, por una población diferente. La idea retirada de los apóstoles de la “civilización” no es levantar con los elementos de la civilización esa realidad existente, sino aniquilarla para suplantarla.
A esto ha tendido la política de colonización cultural. (…)Para comprender nuestra historia, hay que entender que el grupo que se llamaba “civilizador” sólo consideraba importante construir un país europeo en América, construir Europa en las orillas del Plata. ¿Qué estorbaba ese calco del proceso europeo en el Plata? La preexistencia de la población con sus propios elementos de cultura, que entonces fueron llamados barbarie, es decir, la preexistencia de una cultura, la propia. En este caso, la inmigración era la solución. (…)
El drama de sarmientinos y alberdianos es que les fracasa la colonización humana. Les falla la “inmigración culta”, esa inmigración que debía frenar el modo de vivir propio del país para transplantar una forma de vida alemana, inglesa o escandinava. Ellos, los teóricos de “civilización y barbarie”, partieron del supuesto de que se debía reemplazar a los indígenas, fueran estos criollos, indos o mestizos, por un nuevo pueblo, a la medida de la calidad europea exigida, y esto debía lograrse gracias a los inmigrantes del norte de Europa. Esta es la idea que les fracasó.
Sarmiento llegó, después de ser inmigracionista apasionado, a negar la inmigración; y esto, claro, es porque la oleada inmigratoria no vino de los países que debían traernos la “civilización” europea sino de las naciones que ellos, en su escala de valores europeos, tenían por inferiores. La decepción de Sarmiento es que, en vez de venir ingleses, holandeses o suecos, vinieron italianos, españoles y turcos. Es decir, pueblos que ellos consideraban por debajo del nivel cultural de la “civilización”. Eso, que Sarmiento consideró una desgracia, fue nuestra suerte. Aunque los europeos que ellos apetecían vinieron, pero no como masa pobladora, sino como gerentes. Las masas pobladoras llegaron del Mediterráneo y, según el esquema de los sarmientinos, contribuyeron a acrecentar la “barbarie” que ellos habían creído destruir con el aporte inmigratorio. (…)
Hay que permitir que la cultura, los elementos de la civilización, se incorporen como semillas. Insisto: que incorporemos la civilización y no que nos incorporemos a ella. Drieu de la Rochelle señala: “No digan demasiado pronto esto es argentino, esto no lo es. Dejen que los vientos del mundo atraviesen la pampa. Los granos que ella acepte darán plantas argentinas.” Insisto, hay que dejar que los elementos de la civilización se incorporen, pero como semillas. El canto será argentino si tiene eso que sólo se oye en Argentina, si se agregó, al elemento universal, el elemento propio. Porque la semilla habrá germinado en tierra real y fecunda.
Consignas
- Reponé brevemente el planteo de Santoro por relación a la idea de que «todo arte genuino crece en un territorio». ¿Qué dice por relación al goce y la cultura?
- ¿Qué quiere decir que las sociedades pueden ser contemporáneas y no coetáneas? ¿Qué implica?
- ¿Qué idea de cultura tiene Jauretche? ¿Qué ejemplo pone?
- ¿Cómo cierra el texto? ¿Qué opinás? ¿Cómo se vincula con el planteo de Santoro?
- Pensá en un exponente del diseño gráfico argentino o latinoamericano que, para vos, cree desde el territorio. Compartí alguna de sus producciones y el porqué de la elección.