Clase 7. Comunicación y Cultura

En esta oportunidad les dejo una presentación de Power Point que armé con la intención de presentarles a la comunicación, al fenómeno comunicacional, como actividad humana. Introduje asimismo el vínculo entre comunicación y cultura, esperando sea base fértil para avanzar con los siguientes contenidos.

Les dejo entonces la presentación como galería de imágenes.

Por último, quiero dejarles también un extracto de la obra de Margaret Mead (1901-1978) a partir de estudios antropológicos llevados a cabo en las décadas de 1920 y 1930 en Nueva Guinea (isla al norte de Australia):

“Al estudiar las sociedades más simples, nos sorprendemos ante las distintas maneras en que el ser humano, con pocos elementos, ha realizado esas espléndidas elaboraciones sociales, que creó por medio de su imaginación, llamadas civilizaciones. Su medio ambiente le ofreció algunas repeticiones y contrastes asombrosos, como el día y la noche, el cambio de estaciones o las fases de la luna. Su propio físico le dió motivos de asombro: la edad y el sexo, el ritmo del alumbramiento, la madures y la vejez. De las diferencias entre un animal y otro, entre un individuo y otro, con sus matices de fiereza y ternura, de valentía y astucia, etc. surgieron las ideas de clase y casta, de sacerdocios especiales, de artista y de oráculo. Trabajando con guías tan simples y universales como éstas, el ser humano creó para sí una organización cultural, dentro de la cual cada vida humana fue dignificada por su forma y significación. El hombre dejó de ser una bestia que simplemente se apareaba, luchaba por su alimento y moría, y se convirtió en un ser humano, con un nombre, una posición y un dios. Cada pueblo difiere en su elaboración cultural, elige algunas guías e ignora otras, insiste sobre un sector diferente del arco de las potencialidades humanas. (…)

Habiendo tomado una cultura, en un principio, valores que algunos temperamentos humanos aprecian y otros no aceptan, va encerrando más y más firmemente esos valores en su estructura, en sus sistemas religiosos y políticos, en su arte y en su literatura; y cada nueva generación es conformada y firmemente definida, de acuerdo con la tendencia dominante (…)

Cada cultura puede someter a cada individuo que nace en su seno, a un tipo de conducta único, sin reconocer la edad, el sexo o una disposición especial, como motivo para una elaboración diferente. También una cultura puede apoyarse en hechos como la diferencia de edad, sexo, fuerza, belleza, o en variaciones poco comunes, como la propensión congénita para ver visiones o soñar, y hacer de éstos los temas culturales dominantes.

Así sociedades como las de los masai y zulúes basan su organización en una graduación de los individuos, según su edad (…) los aborígenes de Siberia dignifican al individuo nervioso e inestable, nombrándolo hechicero, y creen que sus declaraciones son de inspiración sobrenatural y constituyen las leyes de sus compañeros de tribu, de carácter más tranquilo y uniforme (…)”